
El cinturón de Papá
era un alfiler en mi boca
Pero,
cuánto frío me daba
escuchar la hebilla
desamarrándose
de su cuerpo.
Imaginarla cruzar mi rostro,
como cuando se raspa un espejo
para sacarle brillo.
Para sacarme brillo.
Cuanto frío me daba
imaginar la hebilla
rompiéndome los dientes,
como si estos pudieran volver a crecer
de un árbol,
alguna rama
o de mí.
Pero,
lo que nunca podría haber imaginado
eras tú,
Papá
haciéndome eso.
Miranda Verdugo
Leave a Reply