
Canción de Amor de T.S. Eliot
A stranger has come
To share my room in the house not right in the head
A girl mad as birds
Dylan Thomas
Iré a buscarte cuando acabe la lluvia, ocuparás tus botas
para que interpreten un solo acerca de ti
en la banqueta, después de la lluvia, ahí
ahí la luz es diáfana, sin sombras
que nos persigan, sólo charcas, espejos de azul cobalto
te llevaré a pasear por calles que no conoces, calles
poco transitadas para escuchar sólo tus pasos, calles
hermosas como es hermoso lo visto por primera vez.
No tendrás cuentas que saldar y el pasado
no será lastre, sino un reflejo, una cobija
para sellar el sueño. Nada más. Ahí donde todavía
nos aguardará la lluvia de los árboles, y lo único que tendremos
será una historia porque el pasado es una nube
un detalle de orfebrería. Alguien se asomará
por la ventana, alguien que pica cebolla
cocerá un tomate. Para compartir, preparará la cena
y, tal vez, se atreva a morder un durazno.
Y nosotros, nosotros iremos a ver los transeúntes volver
llevar bolsas llenas de fruta rojiza, veremos niños cargando
sus mochilas repletas de parafernalia escolar, veremos
mujeres tejiendo y destejiendo el mismo mantel
para una cena que no llega.
Y la lluvia, la lluvia
sólo será un recuerdo entrañable de algo bello pero inhóspito, será un frío
un frío ineludible que pide puentes, algo pequeño como la lucidez de una alegría
pequeño, como tu diadema que atrapa la magia, eso que otros llaman cabellera
esa maraña que se arde, que suspira como lo hacen las ramas cuando el viento arroja.
Habrá tiempo para preguntar lo más irrelevante, tiempo para peinarse
o tiempo para llegar tarde, tiempo para dudar y tiempo para empujar el tiempo
y mirar la tarde desplegarse sobre el cielo como ondean una sábana recién lavada.
¿Debería decir que he andado por callejones cuando amanece y he visto hombres
llevar machetes y santos en la espalda, hombres con ropa de trabajo, que he visto
los rastros del humo de camiones viejos, atestados de rostros mirando al cielo?
No, no soy un sancho
ni hubiera podido serlo
no tengo palabras simples
para enunciar sabiduría
soy quien te sostiene el abrigo
pone el café y cocina para ti
quien lava los platos cuando sales corriendo y se come
tu avena por la mañana, contento
de serte útil, lleno de dudas
a veces, y en ocasiones, incluso
casi un fracaso.
Bien hubiera sido el arpón mellado del ballenero muerto entre los apacibles árticos.
¿Debería abrigarme más? Déjame comer un durazno. Cuéntame de Eliot
porque tú estás loca como las aves, como un puñado de caballos salvajes
loca como el mar que se calma a tus pies.
Pero eso es para que lo cante otro. Estas palabras, en cambio, son sólo para ti.
Acerca del autor:
David Luna
(Colima. México. 1990)
Estudió filosofía, traduce poesía del alemán y del inglés. Cuenta con un libro de poesía inédito Parusía y otras observaciones. Actualmente está trabajando en su segundo libro Rojo sobre negro, atormentado. Ha publicado en medios electrónicos e impresos. Recientemente antologado en la Antología de poesía Transvolcánica.
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