
Presentamos algunos poemas del libro Crónicas budistas de la escritora Blanca Strepponi. En los versos que integran esta breve muestra, el lector podrá notar una doble preocupación. La primera tiene por objeto los temas de corte natural (los animales, los paisajes y como se desenvuelve el ser humano ante ellos); y la segunda de índole política, pues cuestiona el destino del ser latinoamericano, particularmente, de los habitantes de Venezuela.
Hago una reverencia para escuchar los sonidos
de la vida que me rodea
Dar unos pasos en la terraza y ver
casi sin ver
un gran pájaro que bate sus alas
y se va
seguirlo con la mirada
cómo se desplaza sin esfuerzo
en el aire claro
verlo cruzar la avenida
sobrevolar los edificios
contar las cuadras
una dos tres cuatro
hasta casi perderlo de vista
antes de que se detenga
en otra terraza vacía
y todo en un momento
Hago una reverencia para evitar mirar hacia el pasado
y para no preocuparme por el futuro
Sueños salvajes
Voy a toda velocidad conduciendo un auto flamante que no me responde. Mis pies quedan un poco lejos de los pedales y no estoy segura de lo que debo hacer para dominar ese potente motor y ese volante ultrasensible que se mueve más de lo que yo quisiera y no me deja esquivar todos los baches de esta autopista que una vez fue grandiosa y ahora es una carretera oscura y decadente con señalizaciones confusas que llegan a destiempo así que veo que no salgo donde debí haber salido y tengo que seguir en una oscuridad cada vez mayor pues no hay luces pero sigo ya ni se sabe adónde hasta que el auto sale de la carretera y entra en una zona de nadie de las que hay siempre en las ciudades bajo las autopistas para que allí crezcan como mejor puedan otros mundos no deseados y entonces el flamante auto lujosamente fuera de lugar al fin se detiene.
Entiendo
es el pasado:
su horrible peso aplasta todo
y nos lleva al país de los sueños salvajes.
Hago una reverencia para ponderar
las lecciones de mi maestro que están en mi interior
Alguien muere
Se agita su pequeño cuerpo frágil y cansado
buscando un aire que apenas encuentra
A su lado, quienes tanto la aman
Junto mis manos para orar sin palabras
Aceptación y silencio
Hago una reverencia para aceptar todo lo que he hecho
Nochebuena con tres humanos y dos perros
Cuenta historias de amores fracasados
vidas perdidas
caminos errados y compasión
Mientras habla, acaricia la cabeza de su perro
cuyas cejas están curiosamente dibujadas
como un antifaz
Atrás, la oscuridad.
Hago una reverencia por aquellos que han caído en la oscuridad
En el viejo cementerio los árboles han crecido libremente
son altos y frondosos y entre las tumbas crecen plantas silvestres
Bellas esculturas olvidadas acompañan a los muertos
Una mujer camina con una escoba en la mano
La siguen dos niños pequeños cargando baldes
andan en fila vacilantes y graciosos como patos
El sol que atraviesa el follaje ilumina sus pasos
Los saludamos y rendimos honor a su belleza
La mujer acepta los cumplidos
Son sus sobrinos, la ayudan en lo que pueden
aseando las tumbas
Nos dice que están a su cargo
pues los niños han sido maltratados por sus padres
Deben haber oído antes esas palabras
cruel testimonio de su desgracia.
Sonríen y agitan las manos diciendo adiós
Qué bien ocultan sus heridas
Pensando en mi otra patria
(fragmentos)
III
Noticias
Escucho entrecortada la voz de mi amiga
a 5098 km de distancia
Dice que está bien
que la vida continúa
con interrupciones imprevistas
Que a veces encuentra lo que necesita
y muchas veces no
Dice que desplazarse no siempre es posible
Hay que tomarlo con calma
Dice que la niebla todo lo cubre
IV
Hago una reverencia para agradecer
el que pueda encontrarme a mí mismo en silencio
Allí, donde el cielo es más hermoso y la luz más pura y las montañas más verdes y las noches son perfectas y el aire es más liviano, ahora hay guerra.
Veo en la pantalla los rostros de quienes me han acompañado durante más de treinta años, sé sus nombres, el nombre de sus hijos, dónde viven, conozco sus voces, guardo de cada quien un particular recuerdo, detalles, momentos de la vida.
Veo sus rostros extenuados y dignos. Así es la guerra.
Suena el teléfono, es mi amigo del alma, el gran poeta que ha creado un Annapurna digital donde refugiarse.
Me cuenta que le han robado todo. Le quedan sus libros y cuadernos.
Le digo que estoy al tanto de lo que sucede pues escucho algún programa de alguna radio de las que quedan para dar las malas noticias. Los partes de la pequeña guerra, de baja intensidad hay quienes la llaman, provienen de tantos lugares, muchos impensables por poco conocidos.
Me dice mi amigo que se siente solo y dolido. Ya no tiene edad para combatir y el Annapurna se le ha hecho tan lejano.
Le digo que respire hondo, que sienta el aire en su cuerpo.
Le digo que mire el cielo.
Le digo que mire las copas de los árboles
cuyas hojas resisten la miseria.
Blanca Strepponi (Buenos Aires, 1952) es escritora y editora. Autora de numerosos libros, entre ellos la obra de teatro Birmanos (Monte Ávila Editores, 1991), el libro de relatos El médico chino (Monte Ávila Editores, 1999) o los libros de poemas El jardín del verdugo (Pequeña Venecia, 1992) y Diario de John Roberton (El Tucán de Virginia, 1996), ha recibido reconocimientos tales como el Premio Bienal Ramos Sucre de Dramaturgia, el Premio de Poesía Casa de la Cultura de Maracay y el Premio de Narrativa Alfredo Armas Alfonzo. También ha trabajado en cine, siendo coguionista de las películas Mecánicas celestes y Piel. Inició su trabajo en la industria editorial en 1977, trabajando durante varios años como productora gráfica en Monte Ávila Editores y para numerosas publicaciones periódicas como las revistas Nueva Sociedad, Criticarte y Zona Franca, entre otras. Blanca Strepponi fue responsable de las publicaciones del fondo editorial Fundarte, cofundadora del Fondo Editorial Pequeña Venecia y creadora de la editorial Los Libros de El Nacional. Algunos de sus poemarios son Crónicas Budistas (dcir ediciones, 2016), Balada de la revelación (Ediplus, 2004), Las vacas (Editorial Pequeña Venecia, 1995) y Poemas visibles (Casa de la Cultura de Maracay, 1998).
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