
Presentamos una selección del proyecto, hasta ahora inédito, escrito de manera colaborativa por César García y Andrés Paniagua. Por el momento se mantiene sin título.
Andrés Paniagua (CDMX, 1992) Estudió literatura. Es autor del libro Usted está aquí (Ediciones Mantarraya, México, 2016). Ha publicado en las antologías Poetas Parricidas (Ed. Cuadrivio) e In Vivo (Acapulco Ed.). Ha sido publicado en diferentes revistas y sitios web, entre ellos Opción (ITAM), Letras Libres, UniDiversidad, Generación, TN, Aeroletras (UAQ), El Humo, Al-Araby, Círculo de Poesía, Blanco Móvil y Des/linde. Ha participado en conciertos de arte sonoro como Umbral y Germinal.
César García Campos (Zitácuaro, Michoacán, 1992) Ensayista. Ha sido publicado en las revistas Tierra Adentro, Mula Blanca, Pliego 16 (FLM), La Hoja de Arena, Letralia (Venezuela), entre otras. También ha presentado performances en los festivales Umbral y Germinal.
En la infancia habitaba una casa.
Una casa puede ser un cubo blanco. Así como sucede en las exposiciones de arte en cubos blancos, una casa es también un espacio delimitado azarosamente. El contexto delimita la función del espacio.
Un cubo y una casa pueden ser cualquier otra cosa.
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En la infancia habitábamos una casa.
Recuerdo particularmente a Soledad. La cotorra.
En la infancia mi abuelo acostumbraba a cantar. Enseñó a Cholita a cantar. Cantaban juntos; cantaban yo soy/ el come moco/ que sí/ que no/ él come moco/ yo soy/ el matalacachimba/ que sí/ que no/ él matalacachimba; por otro lado, también hablaban. No te comas tu moco, decían. Con el tiempo Cholita murió. Mi abuelo también, pero vivió más tiempo que Cholita.
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Compartían algo, aunque no la muerte. Compartir la muerte es ridículo. Compartían y se comunicaban con una comunicación en la que decían que no decían nada. Eran, en todo caso, transparentes.
Ella detrás de las rejas de la jaula y él detrás de las paredes de un cubo: lograron encerrar el significado vacío de su significado.
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Ellos eran el momento en el que el cubo se decía a sí mismo.
Prolongándose a través de los oídos del cubo.
Poseían otro lenguaje —similar al pajarístico— pero los escuchaba en español: mi propio muro opaco, una constelación con forma de cornamenta repleta de terminaciones opacas.
No como ellos, que carecen de terminaciones y formas.
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No como el pajarístico, que carece de similitudes
de datos
y de luces.
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Disculpen que el audio esté desfasado de la imagen.
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Pensemos en Johannes Kepler: imaginémosle en una colina mirando el amanecer. Con él está Tycho Brahe. Kepler considera que el Sol está fijo; es la Tierra la que se mueve. Pero Tycho, siguiendo a Ptolomeo y a Aristóteles, al menos en esto, sostiene que la Tierra está fija y que los demás cuerpos celestes se mueven alrededor de ella.
Tycho ve el Sol comenzando su viaje desde un horizonte al otro. Sin embargo, el campo visual de Kepler tiene una organización conceptual diferente. No obstante, el dibujo de lo que él ve al amanecer sería un dibujo exacto de lo que Tycho vio, y podría ser reconocido como tal por Tycho. Pero Kepler verá que el horizonte se sumerge o se aparta de nuestra estrella vecina fija. El cambio existente entre la ascensión del Sol y el giro del horizonte es análogo al fenómeno de cambio de aspecto ya considerado; se debe a las diferencias entre lo que Tycho y Kepler piensan que conocen.
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Abrí la única ventana para voltear hacia la otra única ventana cerrada y preguntar:
¿Es esta interpretación la que opera cuando se ven claramente las bicicletas y las cajas?
¿Qué pasos hacen falta para conseguir que usted vea lo que yo veo? ¿Es que la imagen visual de uno cambia cuando la atención se desvía desde la copa hacia las caras? ¿Cómo cambia? ¿Qué es lo que cambia? ¿Qué puede cambiar? Nada óptico o sensorial se ha modificado, y, sin embargo, uno ve cosas diferentes. ¿Cómo se describe la diferencia entre la joven y la anciana en la figura 2?
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Previendo la aparición del objeto, lo que se describe no antecede ni se relaciona de manera directa. Tampoco le secunda. Vive aparte, en su propio lugar y con sus propias palabras.
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Digámoslo de otra manera: la observación en física no es un encuentro con destellos, sonidos y sacudidas poco familiares e inconexos, sino más bien un encuentro calculado con éstos como destellos, sonidos y sacudidas de una clase particular; esto podría figurar en una descripción de lo que es la observación.
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