
Presentamos seis poemas inéditos de Ricardo Yáñez (Guadalajara, Jalisco, 1948).
Qué oscura luz me trabaja
desde la ebriedad más fina
y polvo de oro camina
mi pecho como navaja,
corazón adentro viaja
y lo taja cruel y afina
su voz cansada, cansina,
mas libre de polvo y paja,
qué de repente me encaja
su mordedura canina.
Es el amor, su sonaja
que algo empieza y no termina
y de pronto me sorraja:
Hasta cuándo… Tú imagina.
Darse, no hay alegría más alta.
Eduardo Galeano
Dar,
no hay tiempo más logrado.
Darse,
no hay alegría más alta.
Comunicar el dar
en lo –si poco o mucho nada importa–
que desde sí
se da
y dar en esa entrega
–y regalarse así– el siempre inmerecido
don:
el Cielo.
Un ciego me vino a ver
y platiqué con un mudo
y muy finísimo un rudo
me trató, no puede ser.
Fue así que vine a entender
lo que entendido no había:
toda noche se hace día
y oscura la claridad.
Todo es uno, la verdad,
si uno en todo se vacía.
Ya en la panga enrumbada
hacia la Isla de los Pájaros
nos seguía acompañando el primer canto
de la Ilíada dicho de memoria
desde la blanca arena, el sol y el corazón
de quien por ese libro, sin ser persona de recursos,
habría de conocer los lugares de Grecia ahí nombrados.
El murmullo del mar, cada vez más azul,
y su cercana voz, no obstante que lejana,
no conjugaban mal con el escándalo
(más fuertes eran que éste, lo atravesaban)
del motor que impulsaba nuestro ávido mirar
hacia la no tan ancha franja de tierra
brillante de humedad,
llena de huellas de aves
y de aquietadas, agitadas, batientes alas,
y de nuestra alegría
agradecida, equilibrada, justa.
Hay un de repente y ya
el corazón apagado
se ilumina. Iluminado
va derecho a lo que va.
A sí mismo de pe a pa
se conoce de repente,
miserable e inclemente
y dichoso y desbordado
manantial, aunque callado
–y mortal, probablemente.
No tengo miedo de vivir
ni de morir.
No tengo miedo.
Lo tuve tanto tiempo
(toda la vida, al menos hasta aquí)
que terminó por agotárseme.
No es la felicidad, no propiamente,
esto que experimento,
pero sí un gran alivio.
Me he aliviado del miedo.
Y a tal alivio
un poquillo de miedo, la verdad, la verdad,
aún le tengo.
(c) de la foto: Moramay Kuri
Sobre el autor:
Nacido en Guadalajara, Jalisco, en 1948, Ricardo Yáñez estudió literatura en las universidades pública de su ciudad y Nacional Autónoma de México. Ha publicado una docena de títulos de poesía y tres de prosa. Fundador de tres periódicos, ha trabajado asimismo en radio, y coordinado talleres en –puede decirse– toda la República Mexicana. Es Premio Punto de Partida, Premio Jalisco y Premio Juan de Mairena. Su poesía reunida hasta 2012, Desandar, actualmente sólo asequible en versión electrónica, apareció bajo el sello del Fondo de Cultura Económica. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
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