
Presentamos una pequeña muestra poética de la peruana Ana Mónica Vílchez. En sus textos se deja ver un trazo interesado en hurgar la intimidad: desde la preocupación por la escritura, hasta los impulsos de resistencia del otro, pasando por el autodescubrimiento en el fracaso.
QUINCE DE MARZO DE DOSMILSIETE
Escribir es un oficio invisible.
Sentarse tantas veces ante el mismo cuaderno, cientos
de páginas en la cabeza y finalmente
aferrarse a una hoja vacía.
Qué decir de estas noches calladas que apresan
las bocas y las manos del hogar, dejándonos
entre el corazón y la nada.
Sorprendida, confundida.
Distraída en laberínticas decisiones sobre el estado de mis lágrimas
y mis sonrisas.
Porque aunque la Muerte es una sorpresa esperada,
la que llega sin despedida, es el robo de un futuro ya imposible.
Desconcertada ante la rabia y la vergüenza, intimidada
por la melancolía, día tras día dudo
qué cara poner al levantarme,
qué decisiones y noticias contarle a mi madre
para que mis caminos no le traigan más recuerdos,
mi sonrisa no la ofenda
o mi presente que crece como un árbol fuerte y poderoso
no la haga pensar que no me duele como a ella cada noche
la ausencia repentina y para siempre
de Aquel que cuidaba su jardín todos los días.
Cómo no pensar que puede ser injusto.
Cómo no entender las negaciones.
Cómo aliviar ese vacío en su cama, ese plato menos,
esa ropa inmóvil, ese sueño negro.
La Muerte es la tristeza más azul y más callada,
tan íntima como el Amor.
El mundo sigue.
Nosotros esperamos quietos, con fe silente,
que algún Sol seque los rastros de esta lluvia y despeje
nuestros ojos a la vida.
Escribir es una liberación.
Como también lo es el camino a pie, el costado de las olas,
un cigarro encendido, una conversación telefónica.
Aquí la vocación sirve para hacer preguntas y tener consuelo.
Estas letras son materialización de un espíritu perdido
entre sus luces y sus sombras.
Cierto es que una de vez en cuando llueve, pero
acostumbrada como estoy a la garúa de Lima y su neblina,
me complican un poco las pesadas gotas que me nacen ciertos días,
y que tras ellas ilumine a cielo abierto el Amor.
Una taza de café, una diaria despedida.
Esto igual es una hoja vacía.
DEL REAL MOVIMIENTO
I
No sé escribir cosas con ritmo.
Al menos no con ese ritmo que leí debe tener la Poesía.
La mayoría de veces invento un sonido que se parece
al latido del corazón de un niño que espera con ansias
la medianoche de año nuevo para prender luces de bengala
y poner cohetecillos en los escondites de araña del jardín de casa.
No sé tocar guitarra.
Apenas aprendí de música matando un piano.
La mayoría de veces me concentro en escuchar el viento
entre hojas de geranios, o miro atentamente
el movimiento del gato que pretende atrapar los dedos de mis pies
entre sus patas.
Descubro en esas situaciones un motivo para bailar,
para inventar notas desafinadas que interpreten la simplicidad
de mi alegría.
Dicen que todo tiene movimiento. Posiblemente.
Todo movimiento produce un sonido, perceptible o no.
Eso no sé si alguien lo habrá dicho.
Pero todo tiene un ritmo.
Lo siento, lo intuyo, lo asimilo, lo espero.
Porque el movimiento es la vida, el ritmo la forma de vivirla
y la música provocada por el ritmo que escogemos determina
la honestidad de una sonrisa, la belleza de las mariposas,
los sueños bajo el brazo que llevamos día a día.
También las pesadillas.
La verdad sobre soñar es creer que eres capaz de cantar
frente al espejo de tus años y pensar eternamente
lo que quieres ser cuando seas grande.
Y ser contradictoria.
Escribo con un ritmo que algunos sentirán familiar, peculiar
o terriblemente triste.
Seguramente habrá quienes jamás me darían la oportunidad
de mostrar mi ritmo en público.
Al final
no sé realmente si me importa,
ni qué espero recibir de quien me lee.
Mi certeza es que esta es mi forma de no sentirme sola.
Cada quien que busque una manera de sentirse auténtica,
una misma y como todos al mismo tiempo.
Porque este es mi camino correcto
para encontrarme
cuando me pierdo.
II
Y tú,
finalmente tú,
eres el hilo de Ariadna cuando soy un Minotauro perdido
en su laberinto milenario.
El reto de mis palabras, la estrella del Sur,
el faro del marinero.
Y aunque todavía no sepa bien interpretarlo,
también eres mi ritmo más auténtico.
(De: discursos interiores. TEORÍAS SOBRE EL ROMANTICISMO. Hanan Harawi Editores, Lima, 2015)
Él resiste
aunque su cabellera no resista
Él resiste aunque el hígado los riñones el páncreas
se diluyen por la sonda de la orina
Aunque su corazón
Las moscas llegan con mi visita
El calor de la selva también pudre mis carnes
Él resiste
y en sueños febriles regresa a Lima:
Su novio bajo la garúa
Hacer el amor/besar
Hacer el amor/mamar
Hacer el amor/eyacular
Hacer el amor/abrazar
Hacer el amor con el vientre vacío
las gónadas vacías las piernas inmóviles
la lengua malsabida
y el olor de la muerte en las axilas
Nuestras ojeras sonríen ante la gelatina desabrida
Su breve lucidez es una conversación purísima
sobre mariposas y política
Nuestro amor resiste
aunque sus 35 kilos sus labios blanquecinos
las llagas percudidas bajo la bata
Aunque el pálido sol de mi tristeza
Él resiste
su mirada me abraza
y con lenguaje de muerto nuevo
me encomienda su luz enamorada
(dedicado a AnaPaula, 2017)
ANA MÓNICA VÍLCHEZ (Perú, 1980)
cabeza de coliflor.
sanmarquina de Letras y melodramas,
con sana preferencia por la ebriedad y la locura
cultivada desde casa.
enamorada de Julio, Luchito, Jorge Eduardo
y una Mujer llamada Janis.
me atraen las calles oscuras y solitarias,
las que dan miedo,
como mi corazón.
Poeta, comunicadora social y actualmente construyendo su faceta de cuentacuentos. Realizó sus estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde también cursó la maestría de Estudios Políticos.
En noviembre de 2015 publicó su primer libro de poesía “discursos interiores. TEORÍAS SOBRE EL ROMANTICISMO” con el sello Hanan Harawi Editores, editorial independiente peruana de la que ahora es socia y encargada del programa de promoción de la lectura dirigido a niñxs y adolescentes.
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