
Nosotros los Chicos Invisibles
Hemos estado gestando
en este arenal durante meses.
Buscando fuerzas-pilares,
manteniendo habilidades-felinas.
Vagamos lentamente hacia amistades
y amantes; silenciosos,
atados, zurcidos y esperando.
En esta ciudad, este Neverland,
solo nos tenemos un al otro.
Y todos fuimos traídos a esta playa
por un flautista de Hamelin distinto.
Nos hicimos muchachos
calmando infancias mortinatas.
Flexionando músculos y observando
nuestros cuerpos comprimirse
en formas que abiertamente deseábamos,
pero que secretamente objetábamos.
Carmela
Cáncer de mama, licencia indefinida.
Las meseras recolectaron dinero
que no estaban gastando en cerveza.
Se maquillaron, después de una noche lenta
en el trabajo, y aparecieron en el apartamento
con flores que olían a grasa de cocina
y cigarrillos sin filtro; labios manchados
con brillo de fresa. Ella, feliz de verlas,
lamentaba no tener sofá: Sólo tengo un sillón
reclinable, y una lámpara sin cubierta.
Las flores se marchitaban en el florero
que estaba entre la televisión y el sillón.
Ahí la quimio hacía su trabajo.
Así que le conté todo lo que pude
del establo de mis padres, como montaba
caballos de paso fino a galope sostenido.
Ahora estoy despierta
tratando de consolar a otra amiga
que está recién soltera y casi borracha,
enviando mensajes de texto
sobre lo mucho que duele esta vida.
Xilografía
Soy
ese Hombre
convertido
en esa Mujer
cuya madre
se convirtió la sombra del padre que yo soñaba, pero que jamás conocí.
Me rompo y me
reconstruyo
sin sentir nada.
Verán,
yo y la libertad eventualmente nos vamos a encontrar, aunque eso signifique estar libre de la X. De la X de la Y, porque volar sin alas no es tarea fácil. Mi primera confesión: soy guerrero que carga el mensaje sin importar lo pesado que es el bulto. Inhalo dolor y exhalo amor.
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