
Presentamos aquí un poema de Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991) Poeta y ensayista, estudió la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es autor del poemario Piel Quemada: Vicisitudes de lo Sensible (Casa Editorial Abismos, 2017) y su obra ha sido publicada en diversas revistas literarias en México, como Círculo de Poesía, Opción del ITAM, La Rabia del Axolotl, El Septentrión, Rojo Siena, Periódico de Poesía y Punto en Línea de la UNAM, y en diversas publicaciones iberoamericanas, como Digo.Palabra.txt de Venezuela, Enfermaria 6 de Portugal, La Galla Ciencia de España, y la revista penúltiMA, entre otras. Ha sido incluido en la antología española Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana (Lord Byron Ediciones, 2016). En agosto de 2016 intervino en la presentación del escrito Poesía de la Inmersión: Ensayo manifiesto, en el Centro Cultural Bella Época del Fondo de Cultura Económica, y en marzo de 2017 participó en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán, en la ciudad de Mérida, Yucatán, en el sureste mexicano.
Muerte nueva
-Has hecho mal. Vas a sufrir. Parecerá que he muerto y no será verdad
Antoine de Saint-Exupery, El Principito
lejos aún
el ciclón de vivas estrías
por ahora
germinan y reinan
quijadas de guerra en la ladera
muro alto de latidos
que se precipitan en el ser
apenas tierra
apuñalando el cielo
apenas el Tiempo
desprendiéndose de su fruto
de espejo en el Astro del río
toda victoria
de los gigantes de acero
encoge cuando se mira
a la Alondra desprender la imagen de Dios
(la gravedad de la quietud)
fierro enjuto
sueño de aroma
delirio del útero
¿A dónde te has marchado hijo?
pequeño clavo
en la planicie de gritos
niño que mira asombrado repetirse
el dorso dormido del aire
una y otra vez
sobre luces y flores
navegando ventanas
que se levantan mientras
la noche se arrodilla
muslo doliente
entre dientes de crisantemo
rostro despierto entre paredes
y puertas
a un roce
a tacto rojicarne
gloria inacabada
que gira salvaje sobre los asesinos
¡¿Dónde estás hijo?!
grano, siembra, cosecha
y después
filo, piedra y fogata
martillo de luciérnaga
selva desnuda
hogaza de centella
polvareda cornuda
en el germen de la garganta
una bestia herida mirando el mar
nada aquí se levanta de nuevo
aquí solo nada fuego viejo
aquí, aquí
AQUÍ
aquí n a d a
semblante de ídolo decapitado
araña de estrellas y cometas
el silencio del lobo
las velas dibujan
el desfile de pajarillos desnudos
en la ventana un niño sin rostro
en la boca del muerto el rostro del niño
galera de madres e hijos
todo lo que acerca al mundo es ausencia
tu ausencia
mi ausencia
que habita torres
interminables de humo
inquilinos a-sombrados
plaga a-soleada
embestida de lágrimas
en la ruina del sueño
irreconocible
irreductible
giravientre de serpiente ultraterrena
que arrulla a las estrellas
registro de un dulce océano olvidado
abismo de las carcazas de nubes ingenuas
baste la centella del padre
baste el ayate de germen
para consumar
la histeria de no sentir
risa y blancura
en la hendidura de la cara
aquí
aquí AQUÍ
s i e m p r e
un reloj bajo la huella del hijo
como bendición en reversa
madre de madera herida y sola bajo el cristal
del eterno susurro de la primavera
en el cubil de la serpiente
retazos de tierno cariño
ponzoña con ojos de inocencia,
con aros y cadenas de escama que nunca
se agotan ni se rompen,
con llanto y risa que se prolongan
en el indefinido abrazo de la garganta de tierra
carbón sin diamante
punzada de vientre
una ráfaga de fibra metálica araña el cabello
el nervio del delirio
duerme en una cuna
a tientas su nombre
a tientas su rostro
hijo del hijo,
sin casa,
sin jardín ni árbol,
(sin sombra propia)
Hijo de mi hijo
agua turbia que hierves
cuando señalo el reflejo del Sol
en las fauces de tus manos
una madeja de pestañas calcinadas
como catarata que se yergue sobre el infinito
su palabra,
la zarza encrespada
que se bate contra el horizonte de pétalos blancos
jardín de escombro
su nombre es la inseguridad del papel
el romance del acuoso inicio
hojas de masa muscular
acrobacia de la fertilidad
un siniestro del alma
sietemesina guerra
cayado de belleza sobre el pecho;
como demonio sin dientes
sobre las nubes se monta
uno a uno,
moldes de montañas furiosas
una a una,
costillas de galaxias carnívoras
lienzo carmín con dagas de luz:
a ti te conjuga el verbo
como la sordera del Cielo
la tormenta siempre
anidó en el silencio del sendero
el puño marchito
entre las ráfagas de pinos muertos
golpe y golpe y
G O L P E
en la desgracia del más allá
caer es ascender al fondo del consuelo
Hijo de mi hijo,
antes de ti un nombre,
antes de mi la muerte del Habla.
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